Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que los bancos ofrecían casi sin pensárselo todo tipo de préstamos y de créditos a casi todos sus clientes, tiempos en los que el dinero fácil corría a mares y en el que las garantías crediticias y demás consideraciones para acceder a su momento más laxo eran mínimas.
Actualmente, paradójicamente, después de la gran «borrachera del crédito» la sociedad se encuentra en el punto completamente contrario. En la actualidad, acuda quien acuda al banco prácticamente no existe el crédito, y si existe es un crédito muy restringido, reservado a clientes con una seguridad crediticia muy determinada y para proyectos y asuntos muy determinados.
Probablemente, ni el modelo de barra libre fue normal, del mismo modo que no lo es ahora el de sequía del crédito prácticamente absoluta, y ello ha dejado un hueco muy importante que cubrir para satisfacer las necesidades de crédito de una parte muy importante de la población.
Y como en todo, de una determinada situación concreta, han aparecido oportunidades y nuevos sistemas que vienen a ocupar el que existía en la actualidad. De modo que la eclosión y consolidación de los sistemas de crédito alternativos son una excelente opción para poder acceder al crédito lejos y fuera del sistema bancario tradicional.
De sistemas de crédito alternativos existen muchos, y de distinta índole y características según el público al que va dirigido, pero uno de los más esenciales, básicos y al que puede tener acceso el gran grueso de la población son los créditos rápidos sin papeles.
Estos créditos se caracterizan por poner a disposición del público en general, de poner a tu disposición, cantidades económicas que te permitirán solucionar necesidades del día a día. Y todo ello de una forma rápida y sin casi molestos trámites de solicitud y concesión. El sistema ideal de infinidad de personas.